Sistemas operativos modernos

absoluto, a menudo alambrando tableros de conexiones para controlar las funciones básicas de la máquina. No existían los lenguajes de programación (ni siquiera el lenguaje ensamblador). Nadie había oído hablar de sistemas operativos. La forma de operación usual era que el pro­ gramador reservaba un bloque de tiempo en una hoja pegada en la pared, bajaba al cuarto de la máquina, insertaba su tablero de conexiones en la computadora, y pasaba las horas siguien­ tes rezando para que ninguno de ios cerca de 20,000 tubos de vacío se quemara durante la eje­ cución de su programa. Casi todos los problemas eran cálculos numéricos simples, como la preparación de tablas de senos, cosenos y logaritmos. Para principios de la década de 1950, la rutina había mejorado un poco con la introducción de las tarjetas perforadas. Ahora era posible escribir programas en tarjetas y hacer que la má­ quina los leyera, en lugar de usar tableros de conexiones; por lo demás, el procedimiento era el mismo. 1.2.2 La segunda generación (1955-1965); transistores y sistemas por lotes La introducción del transistor, a mediados de la década de 1950, alteró el panorama de mane­ ra radical. Las computadoras se volvieron lo bastante fiables como para fabricarse y venderse a clientes comerciales, con la expectativa de que seguirían funcionando el tiempo suficiente pa­ ra efectuar algún trabajo útil. Por primera vez hubo una distinción clara entre diseñadores, constructores, operadores, programadores y personal de mantenimiento. Estas máquinas, ahora llamadas mainframes o macrocomputadoras, se alojaban en salas de cómputo especiales con aire acondicionado, y las manejaban grupos de operadores profe­ sionales. Sólo las grandes corporaciones, dependencias de gobierno o universidades importan­ tes podían pagar los varios millones de dólares que costaban. Para ejecutar un trabajo (es decir, un programa o conjunto de programas), un programador escribía primero el programa en papel (en FORTRAN o en ensamblador) y luego lo perforaba en tarjetas. Después, llevaba el mazo de tarjetas al cuarto de entrada, lo entregaba a uno de los operadores y tomaba café has­ ta que estaban listas las salidas. Cuando la computadora terminaba el trabajo que estaba ejecutando, un operador tomaba las hojas de ia impresora y las llevaba al cuarto de salida, donde el programador podía reco­ gerlas más tarde. Luego tomaba uno de los mazos de tarjetas traídos del cuarto de entrada y lo colocaba en la lectora de la computadora. Si se necesitaba el compilador de FORTRAN, el operador tenía que traerlo de un archivero y colocarlo en la lectora. Se desperdiciaba mu­ cho tiempo de computadora mientras los operadores iban de un lado a otro en el cuarto de máquinas. En vista del elevado costo de los equipos, no es sorprendente que pronto se buscaran for­ mas de reducir el desperdicio de tiempo. La solución adoptada, por lo general, fue ei sistema por lotes. La idea básica era juntar una bandeja llena de trabajos en el cuarto de entrada y lue­ go pasarlos a una cinta magnética, empleando una computadora pequeña y (relativamente) de bajo costo, como la IBM 1401, que era muy buena para leer tarjetas, copiar cintas e imprimir salidas, pero mala para los cálculos numéricos. Otras máquinas mucho más costosas, como la

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