Sistemas operativos modernos

Flinn y Satyanarayanan (1999) propusieron una posible mejora. Ellos sugirieron dividir la pantalla en cierto número de zonas que pueden encenderse o apagarse de manera independien­ te. En la figura 5-50 se muestran 16 zonas (delimitadas por las líneas punteadas). Cuando el cur­ sor está en la ventana 2, como se muestra en la figura 5-50a, sólo es necesario encender las cuatro zonas de la esquina inferior derecha. Las otras 12 pueden estar oscuras, con lo que se aho­ rra 3/4 de la alimentación de la pantalla. Cuando el usuario mueve el cursor a la ventana 1, las zonas de la ventana 2 pueden oscure­ cerse y las que están detrás de la ventana 1 pueden encenderse. Sin embargo, dado que la venta­ na 1 se traslapa con nueve zonas, se requiere más energía. Si el administrador de ventanas puede percatarse de lo que está sucediendo, podría mover en forma automática la ventana 1 de modo que sólo cubra cuatro zonas, en una especie de autoalineación, como se muestra en la figura 5-50b. Para efectuar esta reducción de 9/16 de la potencia plena a 4/16 de la potencia plena, el administrador de ventanas necesita entender la administración de energía, o tener capacidad pa­ ra aceptar instrucciones de algún otro componente del sistema que sí la entienda. Algo más refi­ nado aún sería la capacidad para iluminar de manera parcial una ventana que no está llena por completo (por ejemplo, una ventana que confiene líneas cortas de texto podría mantenerse oscu­ recida en el lado derecho). Ventanal _______ I ___V0ntsra2 I I ” T ------- I I Ventanal Véntana2 Zona (a) (b) Figura 5*50. Uso de zonas para iluminar la pantalla, a) Cuando se selecciona la ven­ tana 2, ésta no se mueve, b) Cuando se selecciona la ventana 1, se le mueve para reducir el número de zonas iluminadas. El disco duro Otro villano principal es el disco duro. Se requiere una energía considerable para mantenerlo girando a alta velocidad, aunque no haya accesos. Muchas computadoras, sobre todo las lap­ tops, paran el disco después de cierto número de minutos de inactividad. Cuando se le vuelve a necesitar, se le acelera otra vez. Lo malo es que un disco detenido está hibernando, no en estado inactivo, porque se requieren varios segundos para que alcance otra vez la velocidad de operación, lo cual causa retrasos apreciables para el usuario. Además, volver a poner en marcha el disco consume una considerable cantidad adicional de energía. Por ello, todos los discos tienen un tiempo característico, T¿, que es su punto de

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