Técnicas del automóvil motores

pieza de la bujía), manteniéndose limpios y en perfecto estado. La temperatura en ellos no es suficiente para provocar el autoencendido de la mezcla. Dadas las condiciones extremadamente contrapuestas del funcionamiento del motor en circu­ lación urbana (bajos regímenes y muchas paradas), o en autopistas (altos regímenes mantenidos durante largo tiempo), fiie necesaria la ampliación de la gama de grado térmico para conseguir una bujía que funcione correctamente en ambas condiciones. Se llegó así a las bujías multigra- do, que abarcan varios grados térmicos, lo cual se consiguió mediante una mayor conductibili­ dad térmica del aislador, un pie de aislador con paredes delgadas y una favorable elección del lugar de asiento de la bujía en la cámara de combustión. El límite de temperatura que pueden alcanzar las zonas bajas de la bujía (electrodos y pun­ ta del aislador), determina la duración de los electrodos, que sufren un desgaste debido a la erosión producida por la chispa, tanto mayor cuanto más alta sea la temperatura alcanzada por ellos. Este límite se puede elevar mediante la adición de manganeso o silicio en la fabricación de los electrodos. El electrodo central y el de masa constituyen juntos la distancia disruptiva en la cámara de combustión. En ella están expuestos, al igual que la punta del aislador, a las influencias quími­ cas y térmicas de la combustión, durante la cual, se queman junto con la gasolina los aditivos que se añaden a ésta. Materiales o aleaciones adecuadas a base de níquel protegen los electrodos contra la corrosión. La separación entre los electrodos deberá ser lo más pequeña posible, para mantener reduci­ da la alta tensión necesaria para el encendido, sin que la longitud de chispa resulte pequeña en exceso. Generalmente esta separación es de 0,7 mm para bujía nueva. La separación va aumen­ tando durante el uso de la bujía, debido al desgaste de los electrodos producido por el salto de la chispa. De este modo aumenta también la tensión de encendido necesaria hasta que, llegado un momento, es mayor que la disponible en la bobina y se producen los consiguientes fallos de encendido, especialmente en la gama de altas revoluciones. En algunas bujías se utilizan distancias disruptivas previas (Fig. 11.36), estableciendo una separación de aproximadamente 2 mm entre el electrodo central y el perno de conexión. Esta distancia origina un incremento de la tensión aplicada a los electrodos de la bujía para que salte la chispa, lo cual es importante siempre que el sistema de encendido suministre una energía suficiente. La distancia disruptiva entre el contacto del rotor y los bornes laterales de la tapa del distribuidor tiene ese mismo sentido. Otras veces se dispone en este espacio una resistencia del orden de 1.800 Q, que elimina los parásitos que provocan ruidos en la radio que equipa a los vehícu­ los. Distancia disruptiva previa encía Figurall.36 Desde hace algunos años se ha extendido el uso de bujías con electrodos de cobre, tanto el de masa como la punta del electrodo central. Con esta modificación respecto a la bujía convencio­ nal se consigue una mejor disipación del calor de esta zona, reduciendo la temperatura de fun­ cionamiento del electrodo y mejorando así la combustión. En otros casos, tanto el electrodo de masa, como la punta del electrodo central son de platino (Fig. 11.37), lo que conlleva una mayor duración de la bujía al aumentar la resistencia al desgaste de estas zonas, que además, están ahora exentas de corrosiones, dado que el platino no se ve afectado por las reacciones químicas de los productos de la combustión. El mayor coste de este tipo de bujías está compensado con su larga duración.

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